ALIMENTO DE LOS DIOSES Y DE LA VIDA: LA ALEGRÍA DEL AMARANTO

Los aztecas la llamaban huautil; otros aseguran que se llama amaranto, pero nosotros preferimos llamarla alegría, la alegría más mexicana, la más alegre de nuestras golosinas, la única alegría que ha viajado a la luna. 

Para los antiguos mexicanos, el huautil era un alimento para el cuerpo, pero sobre todo para el alma; consideraban que al consumirlo se evitaba la presencia de malos espíritus.
El huautil, mejor conocido como amaranto, tenía una gran importancia. Las obleas se teñían con flores y se consumían exclusivamente en las ocasiones relevante; también se obtenía harina de huautil con la que se hacía atole, tortillas o tamales.
Hay regiones donde fabrican galletas y tortillas de amaranto. 
Para darnos una idea de su importancia, los códices señalan que Tenochtitlán recibía anualmente 2000,000 toneladas de semilla de amaranto, como tributo de parte de los pueblos sojuzgados. 
Los sembradíos de amaranto competían en extensión y calidad con los de maíz, chile y calabaza, lo que significa que era un cultivo básico en la vida diaria antes de la llegada de los españoles.

ALIMENTO SAGRADO
Para explicar esto, debemos decir que el huautil era alimento sagrado. En las ceremonias religiosas se amasaba con la sangre proveniente... ¡de los sacrificios humanos!; después se hacia una figura con la forma del dios adorado y se repartía entre sacerdotes y gente principal, para así ganar favores celestiales.
Ya podemos imaginar la reacción de los españoles al saber la importancia religiosa que el huautil tenía para los antiguos mexicanos.
¡Comer amaranto era señal de herejía! Así que de inmediato ordenaron erradicar cualquier señal del amaranto, prohibiendo su cultivo. Y no había forma de contradecir esta orden, pues a quien fuera sorprendido cosechando o sembrando la planta se mutilaban las manos o se les ejecutaba como castigo.

NACE LA ALEGRÍA
Cuenta la leyenda que fue tal tristeza de los indígenas por no poder cultivar su tan preciado huautil, que un fraile, de nombre olvidado por el tiempo, se compadeció.
Para disimular ante sus congéneres españoles, se le ocurrió combinar la semilla con piloncillo. Los indígenas, al probar esta combinación, bailaron de alegría; de allí la razón de su nombre.
Entre anécdotas curiosas al respecto, se dice qye en algún tiempo ante la escasez de harina de trigo el amaranto fue bendecido y dado en comunión a manera de hostias. ¡Igual que siglos atrás hacían los aztecas! 

MEJOR QUE LA SOYA
Lo cierto es que el amaranto o el huautil o alegría tiene una calidad alimenticia asombrosa.
Actualmente técnicos mexicanos buscan incrementar su cultivo hasta igualar la antigua producción de 200,000 toneladas, cantidad que parece posible si se toma en cuenta que es una planta que resiste a los cambios del clima, de una gran nobleza para producirse, además de que cada ejemplar tiene como medio millón de semillas.
Contra todos pronósticos y a pesar de la gran inversión de dulces transnacionales e industrializados, la alegría se niega a morir; es como un símbolo de fortaleza. Y acaso el secreto de sus supervivencia e encuentra en su forma redonda, pues es idéntica a la que consumían los antiguos mexicanos; su circunferencia está relacionada con su carácter sagrado y perfecto, como un rito al Sol, a la Luna y a la vida.
Los científicos han llegado a la conclusión de que su alto valor nutritivo es superior a la soya, por lo que podría convertirse en el alimento del futuro. Y esto se supo después de que el amaranto viajara a la Luna, siendo el único dulce mexicano que ha estado en el Espacio Sideral, cuando sus semillas fueron llevadas por nuestro astronauta Rodolfo Neri Vela. 

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